«Un hombre sin aliento» de Philip Kerr

El regreso de Bernie Gunther

Gunther investiga la histórica matanza de los bosques de Katyn y se enfrenta a un sádico asesino de nazis entre sus propias filas.

Cubierta de: Un hombre sin aliento

Cubierta de: Un hombre sin aliento

Antes de escribir sobre el libro, me gustaría hacer un poco de historia sobre la masacre de Katyn también conocida como la masacre del bosque de Katyn. «Fue una ejecución en masa llevada a cabo durante la Segunda Guerra Mundial hacia oficiales del ejército, intelectuales, policías y civiles polacos acusados de espionaje y subversión por el Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos (NKVD) —la policía secreta soviética dirigida por Lavrentiy Beria— entre abril y mayo de 1940 luego de la rendición de Polonia ante la Alemania nazi. A través de un pedido oficial de Beria, fechado el 5 de marzo de 1940, Iósif Stalin y otros cuatro miembros del Politburó soviético aprobaron el genocidio. El número de víctimas es calculado en cerca de 22 000, siendo 21 768 el número de cadáveres identificados. Las víctimas fueron ejecutadas en el bosque de Katyn —en la actual Rusia— y, dentro de prisiones en las ciudades de KalininJárkov y otros lugares próximos. Del total de muertos, cerca de ocho mil eran militares prisioneros de guerra, otros seis mil eran policías y el resto es dividido entre civiles integrantes de la intelectualidad polaca —profesores, artistas, investigadores e historiadores— presos bajo la acusación de ser saboteadores, espías, terratenientes, dueños de fábricas, abogados, funcionarios públicos peligrosos y sacerdotes cristianos».

La novela Un hombre sin aliento, transcurre en la primavera de 1943.  La moral del ejército alemán atraviesa por uno de sus momentos más críticos tras la humillación sufrida en Stalingrado y las pésimas perspectivas en el Norte de África. Aunque Hitler sigue proclamando que el triunfo está cada día más cerca, la silenciada realidad es que todo apunta en la dirección opuesta. En cuanto a la población civil, al terror cotidiano impuesto por las filas nazis se ha sumado un hambre atroz y los bombardeos aliados. 
En un Berlín inhóspito Bernie Gunther trabaja a sueldo de la Oficina de Crímenes de Guerra del Alto Mando Militar. Aunque a su alrededor todo se desmorone, él se siente feliz de haber podido evitar ser destinado a Minsk a participar en ejecuciones masivas. Además, el ambiente es relativamente oxigenante, ya que el organismo está compuesto por viejos jueces prusianos, la mayoría furibundos antinazis como él, que velan porque la guerra se desarrolle bajo las directrices de honorabilidad establecidas por la Convención de Ginebra en 1929.
Su labor consiste en investigar abusos y atrocidades cometidas por el bando alemán y contra el bando alemán. Las denuncias por robos, saqueos, violaciones y asesinatos son estudiadas de cara a juzgar al culpable, pudiendo llegar a condenarlo a pena de muerte. A Bernie Gunther no se le escapa la morbosa ironía de que “puedes encontrarte con un cabo del ejército ahorcado por la violación y asesinato de una campesina rusa en un poblado que dista pocas millas de otro en el que un escuadrón de las SS acaba de liquidar a veinticinco mil hombres, mujeres y niños. 
Supongo que los griegos tienen una palabra para designar una comedia de esta naturaleza”.

Un aviso de que su buena suerte está a punto de cambiar llega en forma de bombardeo de la RAF del que, sin embargo, logra salir milagrosamente ileso. A lo que no podrá escapar es a la orden de investigar los rumores de que a las afueras de la ciudad rusa de Smolensk, bajo ocupación alemana, más concretamente en los bosques de Katyn, se halla una fosa común en la que podrían estar enterrados miles de cuerpos. A los nazis, con el Ministro de Propaganda Josef Goebbels a la cabeza, le interesa que los cadáveres pertenezcan a soldados polacos asesinados por el ejército ruso, pues de hacerse pública la atrocidad podría debilitar la coalición que su gran rival ha establecido con las fuerzas aliadas. Estas quizás lleguen a cortarles los suministros, al tiempo que los militares nazis captarán el futuro que les aguarda si dejan de entregarse en el campo de batalla. Dado que, de paso, los propios horrores desencadenados por las huestes de Hitler quedarían disimulados por el escándalo, lo que no conviene en absoluto es que se trate de judíos muertos a manos de las SS. 
Enfrentado a una situación tan incómoda, Gunther aterriza en Smolensk y, a la deprimente grisura y fealdad que desprende el lugar, se añade una nueva complicación: dos soldados nazis son degollados a la salida de un prostíbulo. La Gestapo acusa a los partisanos y toma represalias diezmando a la población local. Por el contrario, todas las pistas apuntan a que los responsables fueron alemanes, pero ¿quién? y ¿por qué?. A Gunther se le amontonan los casos y el hallazgo de la verdad sobre todos ellos chocará con los deseos de las más altas esferas por contrarrestar un momento tan crítico desde el punto de vista estratégico con  victorias propagandísticas que insuflen moral a las tropas.

Como en Praga mortal, Philip Kerr mezcla la historia con una novela policíaca pura, lo real y lo inventado. En este caso, la diferencia entre los crímenes que importan y los que no (los millones de judíos, rusos o polacos asesinados) es especialmente brutal pero funciona muy bien para explicar la famosa “banalidad del mal” que Hannah Arendt atribuyó a Adolf Eichmann: la muerte, la barbarie, el horror, se han convertido en rutina. Pero alguien trata de rebelarse con ello. Como dice, en otro contexto, la guerra de Vietnam, el protagonista de Apocalypse Now: “Buscar aquí a alguien por asesinato es como poner multas de velocidad en las 500 millas de Indianápolis”.

Philip Kerr nos cuenta que “Al ser un lector voraz de filosofía alemana comencé a interesarme por la revolución nazi. No me gusta la novela negra inglesa que te obliga a comulgar con inverosimilitudes como que en un pueblo remoto a un detective le vayan saliendo al encuentro docenas de casos jugosos. En Berlín se produjeron crímenes reales que funcionaron al modo de ensayo preparatorio de cara al mayor crimen del milenio. Y también crímenes particulares y concretos desarrollándose en la trastienda de uno descomunal».

¿Y si analizamos un poco al verdadero protagonista del libro, el detective Bernie Gunther?
Sólo un personaje extraordinariamente carismático podía sostener el peso de un territorio tan difícil y exigente. A fin de cuentas, toda ciudad fascinante necesita de un caballero andante que la explore y la descifre. Aquí entra el gran Bernie Gunther, alma de los nueve títulos hasta la fecha, descendiente de la estirpe de los cínicos y corajudos como Marlowe o Spade. El que tenga un ramalazo misógino y que haya disfrutado matando no le resta un ápice de sustancia a su conciencia, al tiempo que no neutraliza su cruzada contra el Monstruo. No es fácil odiar a muerte a los nazis y tener que trabajar con ellos. Gunther ejerció de sargento de la brigada criminal de la Kripo durante la República de Weimar, pero decidió dimitir con la llegada de los nacionalsocialistas al poder. En su accidentada trayectoria ha sido detective privado, responsable de seguridad del Hotel Adlon, un recluta forzoso de las SS para integrar un batallón policial en Ucrania, prisionero en un campo de concentración soviético, colaborador de la contrainteligencia americana y de los servicios secretos argentinos, víctima de un complot para presentarlo ante la CIA como un criminal de guerra nazi…

Philip Kerr

Philip Kerr

El autor:
Philip Kerr nació el 22 de febrero de 1956 en Edimburgo, Escocia. Estudió Derecho en la Universidad de Birminghan, pero pronto abandonaría la abogacía para dedicarse primero a la publicidad -estuvo ocho años redactando anuncios para la agencia publicitaria Saatchi & Saatchi- y más tarde al periodismo y a la literatura. Es autor, entre otras obras, de thrillers superventas como El infierno digital, Una investigación filosófica, Carga Mortal, Esaú y El segundo ángel pero fue, sobre todo, a partir de su exitosa trilogía “Berlín Noir”, que daría un salto exponencial al convertirse en uno de los autores de novela negra más conocidos del mundo. En 1993 fue incluido por la revista Granta en su selección de los 20 Young British Novelists más prometedores de la década, gracias principalmente a sus innovadoras aproximaciones al género policiaco. Las intrigas nazificadas de Philip Kerr han tenido un solo hilo conductor -el policía y detective privado Bernie Gunther-, pero dos etapas. Entre 1989 y 1991 apareció el tríptico berlinés compuesto por Violetas de marzo (consolidación de Hitler en el poder), Pálido criminal (finales de la Segunda Guerra Mundial)y Réquiem alemán (posguerra). No fueron hasta transcurridos quince años de la publicación de esta última que Gunther reflotó en el Munich de 1949 en Unos por otros, para saltar luego a la Argentina de Perón en Una llama misteriosa y, en un complejo tirabuzón temporal, retroceder al Berlín de 1934 y migrar acto seguido a La Habana de Fulgencio Bautista en Si los muertos no resucitan. En la penúltima entrega, Praga mortal, vimos al protagonista desplazarse a la capital checa en 1941 y tener que resolver un whodunnit en la casa de campo de Heydrich.
Kerr es también un prestigioso autor de literatura infantil, cuya serie Children of the Lamp (Los hijos de la lámpara, publicados en español por Alfaguara Juvenil) ha vendido los derechos cinematográficos a la productora Dreamworks. Actualmente vive en Londres.

El libro:
Un hombre sin aliento (título original: A man Without Breath, 2013) ha sido publicado por la Editorial RBA en su Colección Serie Negra. Traducido del inglés por Eduardo Iriarte Goñi, 2014. Encuadernado en rústica con solapas, tiene 524 páginas.

Cómpralo a través de este enlace con Casa del Libro.

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1 comentario

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Una respuesta a “«Un hombre sin aliento» de Philip Kerr

  1. GHP

    La serie de Gunther me atrapó con la trilogía inicial «Berlin noir» y la cuarta entrega, sospecho que escrita en esa misma época. Luego las entregas han sido muy irregulares y se nota el tiempo transcurrido entre el revival de Gunther y su expresión inicial- El Bernie de las primeras cuatro novelas era un cínico, un anti héroe atrapado y manipulado por superiores que no quería ni creía en nadie y que tenía claroscuros, una mordacidad e ironía implacable… El Bernie que hoy vende es lo contrario… una especie de héroe idealista, un inverosímil «resistente» oculto debajo de su uniforme de las SS, que ama y sufre por los judíos (Kerr ha llegado a convertirlo en cuarterón), sentencioso, que cultiva la diatriba y los juicios moralistas, que desprecia a los nazis (más que antes, recordemos) y también que experimente una especie de auto-odio hacia los alemanes mismos y hacia si mismo. Este Gunther ha logrado parecerse a aquellos héroes trágicos alemanes (hollywoodenses) de la época de la guerra fría que eran antinazis… corrompiendo lo que tenía el personaje original de rico y complejo. Es un Gunther a la medida de nuestra época moralista, políticamente correcta, con ajuste a los valores de los derechos humanos, del canon del Holocausto, etc… es un Gunther contemporáneo, anacrónico e inverosímil.
    Tras los cuatro excelentes primeros libros, vino la debacle de Una llama misteriosa, donde aparecen todos estos rasgos y se combinan con una desastrosa trama en una deformada hasta la caricatura Argentina peronista. Luego vinieron dos novelas (Si los muertos no resucitan y Gris de campaña) que parecieron abrevar en los orígenes y elevaron el nivel hasta hacernos pensar en que la quinta entrega había sido un simple desliz comercial… Pero luego han venido Praga Mortal donde reaparece el peor Bernie de Kerr y lamentablemente, este parece instalarse en Un hombre sin aliento… otro gran fiasco donde tenemos a un Gunther irreconocible de tan desdibujado, sin nervio, sin rastros de ironía y cisnimo… en fin, transitando una novela que de «negra» ya no tiene nada, salvo la época que retrata, claro… pero eso se puede y se ha retratado mejor desde otros géneros o subgéneros…
    Una lástima, seguiré la serie en sus sucesivas entregas como hasta ahora, esperando que Kerr recupere el entusiasmo y las ganas de escribir (se nota el cansancio, la apatía y los lugares comunes) y le devuelva la esencia a su personaje… pero me temo que la cosa ya no promete.

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